La última selfie

Una chica corre a toda prisa, sus pasos torpes le hacen caer y sus perseguidores pronto le dan alcance.

— ¡Pero si es la tetona! — exclama uno del grupo, mientras que la  toma por el cabello la levantó del suelo, ella lloraba mientras se cubría los pechos con los brazos.

— Por favor, déjenme ir. — musitó entre lágrimas.

El chico que la sujetaba por el cabello sonrió mientras un chico se acercaba. Llamándolo por su nombre le dijo.

— Ross, ven y golpeala.

— ¿Enserio la vamos a golpear? — preguntó Ross.

— ¿Lo harás o no?

Ross levantó el brazo, cerró la mano formando un puño, su brazo temblaba y justo cuando pretendía darle el golpe en el rostro, Robinson lo detuvo.

— ¡En la cara no idiota!

— ¿En dónde entonces?

— Aquí, justo aquí — Robinson la soltó de los cabellos y pasó a tomar sus manos, las cuales juntó detrás de su espalda, luego añadió — ¡Dale con la palma en las tetas!

La chica se esforzaba por liberarse, pero todo era inútil. Cuando el primer golpe llegó ella sintió que le faltaba el aire, luego una punzada muy fuerte, así por cinco ocasiones, hasta que Robinson la soltó y tirándola de frente contra el suelo la dejo ir, no sin antes sacar su celular y tomarle unas fotos.

Un ruido le hizo reaccionar, la chica levantó la mirada y se vio rodeada por sus compañeros de colegio, cada uno tomando fotos con sus celulares, a ella no le quedó más remedio que correr hasta su hogar, con el pecho enrojecido.

Al llegar encontró a su madre tirada en la sala, nuevamente se había drogado. Dejando su maleta en la sala se dirigió a su habitación, una vez ahí se miró en el espejo, sus senos estaban inflamados, al tocarlos sentía dolor.

No pasó mucho tiempo, cuando un fuerte golpe abrió la puerta de su habitación, se trataba de su padrastro, el cual ingresaba en un estado de ebriedad. Se balanceaba al caminar, pero al ver el pecho descubierto de su hijastra, no dudo en lanzarse sobre ella.

— Pero mira como has crecido muchacita — musitó el padrastro.

Sus manos toscas apretaron los adoloridos senos de la chica, la cual emitió un fuerte gritó.

Su padrastro lanzadola  contra la cama intentó desvestirla, pero ella forcejeo lo suficiente como para escapar de la casa.

La calle estaba oscura, la noche fría y ella divagaba arrastrando sus pesares, sus desgracias no habían terminado pues al pasar por un callejón se encontró con Robinson y Ross, los cuales fumaban en ese lugar. Al verla no dudaron en tomarla y llevarla a la fuerza a otro sitio.

Entre lágrimas, agonía y un deseo por morir, la chica yacía sobre un frío trozo de cartón, sus ropas habían sido rasgadas, su cuerpo ultrajado hasta el cansancio, sus agresores no les bastó su propia virilidad, que usaron cualquier objeto para ser introducido dentro de ella.

— ¿Ahora que hacemos? — preguntó Ross, mientras se secaba el sudor del rostro y revisaba la cámara, pues habían grabado todo el suceso.

— Nos hubiera servido otro poco más si esa botella no se hubiera roto. — murmuró Robinson.

Dándole la vuelta al cuerpo, el cual ya no podía valerse por sí mismo, fue arrastrada a pocos metros de la ventana.

— ¿Qué harás? — preguntó Ross.

— ¡Sólo graba a la estúpida!

Robinson ató una cuerda a los senos de la chica, lo suficientemente fuerte como para cortar la circulación, luego y en el otro extremo ató la cuerda a un pesado bloque de concreto, el cual lazo desde la ventana. La fuerza hizo que el cuerpo de la chica fuese impactando contra la pared que está debajo de la ventana. Lo único que evitó que ella fuese arrojada desde lo alto del edificio fueron sus senos, los cuales no tardaron en desgarrase y antes de que ella pudiese perderlos por completo, Robinson la tomó por los pies y la lanzó por la ventana, su cuerpo se impactó contra el frío suelo, muriendo minutos después.

Su vídeo se hizo viral en las redes sociales, luego en la zona oscura del Internet y su crimen quedó impune, hasta que una noche Ross dormía y despertando de una horrible pesadilla, llamó por celular a Robinson.

— Hola, perdona que…

— ¿Qué mierda quieres? — le interrumpió Robinson.

— Pues he vuelto a tener esa pesadilla.

— ¿Y?

— Pues que sabes bien lo que pienso.

— No me importa y déjame dormir.

A la mañana siguiente Ross se encontró con Robinson, estaba nervioso, y por alguna extraña razón debía mostrarle una fotografía a Robinson.

— Necesito que veas algo. — murmuró Ross mientras estaban en el salón de clase.

— ¿Ahora que pasa?

— Es que desde que soñé con ella, mis selfies salen raras.

— ¡Es porque sales tú! — exclamó entre risas Robinson, pero Ross no le hizo gracia.

— Van tres noches, en la primera foto sale una mancha detrás, en la segunda se forma una silueta femenina, y pues.

— ¿Pues qué?

— Pues no me he atrevido a tomarme más fotos por temor a que salga ella.

— ¿Ella?

— Si, tu sabes, la tetona… — dijo en voz baja Ross.

Robinson le sonrió y saboreando sus labios le quitó el celular a Ross y rápidamente se tomó una selfie con Ross, el cual rápidamente le arrebató el celular y aunque Robinson no paraba de reír, su expresión cambio cuando Ross le mostró la fotografía y en medio de los dos había una chica, semejante a aquella a ella, pero su aspecto físico era aterrador.

— Son…Tonterías — musitó Robinson y se salió del salón.

No pasaron muchos minutos cuando Ross hizo lo mismo.

Ross comenzó a buscar a su amigo, pero al no encontrarlo decidió regresar al salón, pero al tropezar con un trozo de cuerda, su cabeza se impactó contra el suelo, lo que le hizo perder brevemente el conocimiento y al despertar se encontraba en la enfermería.

— ¿Hola? — no recibió respuesta, las cortinas blancas se movían con el viento, y el sonido de una puerta cerrándose le hizo levantarse, pero la herida aún le dolía.

Un sentimiento de temor le invadía, se sentía observado, por lo cual haciendo un gran esfuerzo se levantó y al voltear a su izquierda creyó observar la mano ensangrentada de una chica rozar las blancas cortinas. Al verla no pudo evitar gritar, sus pies trastabillaron  haciéndolo caer sobre las cortinas, las cuales le envolvieron impidiendo su visibilidad y haciéndolo caer por la ventana que estaba abierta, su cuerpo quedó encajado en el asta de la bandera, la cual no se había izado aquella mañana y ahora su cuerpo envuelto entre sábanas blancas, teñidas de sangre ondeaban en señal de venganza.

Una columna de humo se elevaba desde el interior de una cabina del baño, Robinson transmitía en directo mientras fumaba marihuana y decía improperios a aquellos que se conectaban, al igual que defecaba.

— ¡Quiero que sepan algo! — exclamaba Robinson — Yo me cogí una y mil veces a la tetona, esa ¡Perra no valía nada!

Por un momento Robinson se detuvo, un ligero ataque de tos le invadió, haciendo que se levantase del inodoro y tomando su celular salió hasta los lavabos, donde los amplios espejos reflejaban el rostro enrojecido de un criminal.

Sin detener la transmisión, Robinson intento recuperarse, pero el sollozo en una de las cabinas le hizo voltear y revisar.

— ¿Alguien está llorando? — preguntó Robinson con voz burlona y comenzó a abrir una por una las puertas, donde las cuatro primeras de las cinco estaban vacías, al llegar a la quinta dio una fuerte patada, pero también estaba vacía, aún así el sonido seguía, parecía que provenía del otro lado del espejo, por lo cual acercó su oído al espejo mientras a sus espaldas la puerta detrás de el se abría lentamente y una cuerda fue atada rápidamente a su cuello. Robinson se volteó pero se encontraba sólo, aún así alguien le había atado una cuerda en su cuello.

Robinson intento zafarse pero le resultó imposible, pero al tirar de la cuerda sintió que está estaba tensada, había algo en el otro extremo, por lo cual comenzó a caminar hacia el extremo para descubrir que la cuerda terminaba dentro del inodoro justo donde el momentos antes había depositado sus excrementos.

Robinson tiró de la cuerda, pero esta no cedió, al contrario parecía contraerse. Robinson intento darse la vuelta y llamar a Ross por ayuda, pero la cuerda en su cuello ya lo había jalado lejos del lavabo, impidiendo que detuviera la transmisión.

Mientras Robinson intentaba frenar sus pasos, el inodoro comenzó a burbujear, de los excrementos comenzaron a brotar gusanos, lombrices e insectos ponzoñosos. En ese momento Robinson se giró hacia su celular y comenzó a llorar, les suplicaba a aquellos que veían la transmisión, que le ayudasen. Fue entonces cuando las luces comenzaron a parpadear, las demás puertas de los otros baños se comenzaron a azotar y en el espejo apareció el reflejo de aquella chica, su cuerpo desnudo tenía ambos senos desgarrados, la piel enrojecida a causa de los golpes y una mirada llena de odio.

— ¿Estás viva? — preguntó Robinson mientras sus rodillas tocaban el suelo, de parte de ella no recibió respuesta, sólo le observaba hasta que haciendo un último esfuerzo, Robinson tiró con todas sus fuerzas y recibió la misma respuesta, la cuerda comenzó a acercarlo al inodoro y aunque se oponía, su cabeza impactó bruscamente el interior del inodoro, tragando su propio excremento, mientras los corazones llovían en la pantalla, hasta que Robinson dejo de forcejear y colapsó con la cabeza dentro del inodoro y con su excremento hasta la garganta…

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